Indignan las continuas vinculaciones de los funcionarios políticos pasados y actuales con casos de corrupción. Escandalosas son las cifras que salen a la luz, pero quizá la cuestión más controversial no recaiga sobre la cuestión penal (innegable por cierto), sino por la cuestión de la responsabilidad política de los funcionarios de más alta jerarquía para con los de inferior rango.
El resonante caso de José López divide las aguas de las banderas políticas, quienes se desgarran las vestiduras por la transparencia política pero luego nos sorprenden estando implicados en groseros casos de corrupción o negociado ilícito de distinta índole.
Caputo, Lázaro Báez, López y Niembro son algunos de los personajes de la larga lista de los dos frentes políticos más importantes del país. Lo interesante sería preguntarnos ahora, si los lideres de los bloques antagónicos de la actualidad, ¿sabían o debían saber sobre las irregularidades de las personas que trabajaban con ellos?
Considero que la respuesta a dicho interrogante es que sí, lo sabían, o al menos debían saberlo, porque hablamos mucho dinero del Estado que se está destinando a fines distintos respecto de la debida atención de los servicios públicos del Estado. La responsabilidad no es penal, pero el reproche político es enorme, por la falta del debido control interno no solo de la gestión, sino también de los organismos de control destinados a blanquear las cuestiones contables de cada una de las tareas del Estado.
No puedo menos que sentirme decepcionado con la clase política, hay dinero del pueblo en cuestión que sigue inflando los bolsillos de personas oscuras, culpables indudablemente de la crisis sociales de nuestro tiempo.
Considero que la respuesta a dicho interrogante es que sí, lo sabían, o al menos debían saberlo, porque hablamos mucho dinero del Estado que se está destinando a fines distintos respecto de la debida atención de los servicios públicos del Estado. La responsabilidad no es penal, pero el reproche político es enorme, por la falta del debido control interno no solo de la gestión, sino también de los organismos de control destinados a blanquear las cuestiones contables de cada una de las tareas del Estado.
No puedo menos que sentirme decepcionado con la clase política, hay dinero del pueblo en cuestión que sigue inflando los bolsillos de personas oscuras, culpables indudablemente de la crisis sociales de nuestro tiempo.
¿Ustedes qué piensan?
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